Los cántabros eran en realidad un conglomerado de pueblos, unificados y controlados por gentes procedentes de las inmigraciones indoeuropeas del 700 a C. (probablemente los plentuisios y blendios del nacimiento del Ebro) y del 600 a C. (los vellicos de la zona sur del país. Esto es lo que daba el carácter predominantemente “celta” al pueblo, en el que por una parte, existían a su vez numerosos elementos culturales locales que se remontaban, por lo menos , a la Edad del Bronce y, por otra había influjos celtíberos foráneos que iban superponiéndose especialmente desde el siglo II a C.Los cántabros estaban divididos en tribus o “gentes”, probablemente no todas ellas culturalmente homogéneas. Además de las tribus citadas, los orgenomescos ocupaban una extensa zona en la región mas occidental de la costa, que incluía San Vicente de la Barquera. También se cita a los avariginos en el alto Nansa; a los salenos, acaso en las riberas del Saja. Los cantabros coniscos tal vez ocupaban Valderredible. Los coniacos, la zona oriental, y los concanos, posiblemente en Liébana. Por debajo de la tribu había una unidad social elemental que se llamaba “gentilidad” o clan.
Juliobriga
Algunas ciudades cántabras fueron: Juliobriga (antigua Brigancia) que según las excavaciones estuvo en Retortillo ( (Enmedio) Cerca de Reinosa). El puerto de la Victoria (Santander) pertenecía a los juliobrigenses para su comercio, lo mismo los Argenomescos que estaban tierra adentro tenían el puerto de Vereasueca. El de Vereasueca es de los tres principales de la costa el más inseguro respecto a su ubicación pues todavía no hay restos arqueológicos, unos dicen que estaba en San Vicente otros en Tina Menor y otros en algún lugar de la Asturias oriental. En cambio los restos encontrados en Suances demuestran que allí se encontraba portus Blendiun (con vía de penetración al interior hasta Reinosa y Barcena siguiendo los márgenes del Besaya) y los encontrados en la ensenada de la Magdalena a Portus Victoria. Legio IV debió de estar hacia Aguilar de Campoo y mas al norte en Henestrosa, Octaviolca (Campo del Mercadillo limite entre Santander y Palencia. Argenomescum se supone debía hallarse tierra adentro por la actual Asturias oriental. Tamarica hacia la actual Velilla del río Carrión y Vellica en Olleros del pisuerga y Amaya la antigua capital cántabra tantas veces destruida, por las inmediaciones de la actual peña Amaya en el norte de Burgos.
También se volvieron a sublevar en el 16 a C. pero son revueltas que reprimen fácilmente. No existió después de las guerras cántabras un sometimiento real de los del septentrión de la cordillera cantábrica, los cuales vivieron ajenos a la romanización, con una cierta autonomía e independencia y sin grandes posibilidades de desarrollo dados sus recursos naturales y la imposibilidad de efectuar nuevas incursiones de rapiña en los territorios vecinos de la meseta, por la presencia de las tropas.
Un famoso personaje fue Corocotta, Según Adolf Schulten luchó en las guerras cántabras contra Roma durante los años 29 a 19 adC..Al mando de las unificadas tribus de la región, causó numerosos problemas al ejército romano. Fue tal su fama que durante la campaña del emperador Augusto en Hispania, entre los años 26-25adC, éste puso el precio de 200.000 sestercios a su cabeza. Fue el propio Corocotta el que se presentó en el campamento para cobrar la recompensa, ante el asombro del emperador, el cual, ante su gesto de valentía, le dejó marchar libre tras otorgarle la recompensa.
Las fuentes clásicas limitan a los vascones a la actual Navarra con una expansión por el sur hasta el Ebro, los cuales mantuvieron buenas relaciones con Roma.
Respecto a las costumbres de los cántabros: “estos se alimentaban de bellotas, secándolas y moliéndolas hacían pan de la harina; de la cebada formaban bebida, tenían vino y el que llega le consumen luego en convites con los parientes: usan de manteca en vez de aceite. Cenan sentados en asientos en las paredes; la edad y la dignidad llevan los primeros lugares (Estrabon). Mientras se sirve la bebida bailan al son de gaita y de flauta. Vistense todos de negro con sayos de que forman cama echándolos sobre jergón de hierbas. Tienen vasos de cera como los celtas y las mujeres gastan ropas floridas o de color rosa. En lugar de dinero conmutan una cosa con otra o cortan algo de una plancha o lamina de plata. A los condenados a muerte los precipitan desde una roca y a los parricidas los cubren de piedras fuera de sus términos o de sus ríos. A los enfermos los sacan al público como los egipcios a fin de tomar consejo de los que hayan sanado de semejante accidente. Hasta el tiempo de Bruto usaban barcas de cuero, aunque ya las tenían algunos de troncos de árboles. La rusticidad y fiereza de sus costumbres provienen no solo de la guerra, sino de vivir en lugares tan inhóspitos y sin comunicación. Lavasen con orines que dejan pudrir en cisternas y hombres y mujeres se limpian con ellos los dientes. Las madres mataban a sus hijos en tiempos de la guerra cántabra para evitar que cayesen en manos de los romanos. Las mujeres labran el campo y cuando paren hacen acostar a los maridos y ellas los sirven, esta costumbre llamada “Covada” era practicada también por los corsos y los de la región del Ponto en Asia menor. Algunos viéndose clavados en cruces por sus enemigos cantaban alegremente. De una hierba semejante al apio (cicuta) formaban un veneno activísimo que mata sin dolor y lo tenían a mano siempre para usarlo en cualquier adversidad. Así mismo cuando la derrota era inevitable, no rehuían el suicidio como salida honorable, para lo cual usaban una poción letal extraída de las hojas del tejo. Existía una especie de matriarcado, los varones dotan a la mujer, que instituye herederas a las hijas y estas casan a sus hermanos. Así mismo eran famosos los perniles (jamones) de Cantabria. Después de sometido, fueron muy codiciados como mercenarios para el imperio.
Los cántabros se empleaban como mercenarios en diferentes conflictos tanto dentro como fuera de la península. Hay constancia de que participaron en la guerra de los cartagineses contra Roma durante la segunda guerra púnica por las referencias de Silo Itálico y Quinto Horacio Flacco. También se les menciona durante el sitio de Numancia llevado a cabo por Cayo Hostilio Mancino, que se dice levantó el sitio a la ciudad al ser informado de que cántabros y astures acudían en su auxilio.
Los primeros indicios del cristianismo en Cantabria proceden del siglo V, los antiguos cantabros tenían creencias politeístas y también practicaban cultos naturalistas. Después de las guerras el emperador los obligo a bajar a los llanos, aunque no todos lo hicieron. Desde entonces empezaron a ensancharse la denominación de Cantabria pues como era natural con la mudanza llevasen consigo el nombre, de este modo bajaron hacia los turmogos, autrigones y verones, ello explica que se alargase el nombre de Cantabria hasta la Rioja donde todavía perdura el topónimo de sierra de Cantabria.
Los cántabros practicaban cultos de tipo naturalista: veneraban a los montes, bosques, lagos, serpientes. Las representaciones solares de las numerosas estelas gigantes que se han encontrado, hacen suponer que también existiría el culto a un dios solar. Se han encontrado en Zurita de Piélagos, Barros y Lombera. Se las considera de la Cantabria prerromana, aunque también pudieron haberse creado bajo dominio romano, puesto que también se conocen estelas discoideas con inscripciones latinas como la de Luriezo ( Cabezón de Liébana ). También se conoce el nombre de un dios, Erudinus, a quién se rendía culto desde la cima del Pico Dobra, en Torrelavega.
Existía un dios-padre, asimilado más tarde al Júpiter romano. En Herrera de Camargo se descubrió una bella escultura de bronce que le rendía culto. También aparece un dios de la guerra cántabro que en el futuro sería asimilado al Marte latino al que se le ofrecían sacrificios de cabras, caballos y prisioneros.
Parece estar confirmada la presencia de una diosa llamada Cantabria. Se ha encontrado un ara votiva en el Danubio, hasta donde llegaron los soldados cántabros con el ejército romano, dedicada a esta deidad. Esta diosa podía estar relacionada con algún tipo de culto a la luna. También existe un indicio de culto a las "matres". En el monte Cildá apareció una ara dedicada a la diosa Mater Deva, conocida en el mundo céltico y relacionada con las aguas. El río Deva en Cantabria, permite establecer la relación con la diosa.
Hemos sabido que los cántabros sacrificaban a sus prisioneros en gran número y que las cuevas tenían gran importancia para el pueblo cántabro, puesto que las utilizaban con fines funerarios.Por una pequeña escultura de bronce encontrada en Castro Urdiales sobre un escarpado monte, deducimos que los cántabros de la costa veneraban a un dios del mar, asimilado posteriormente al Neptuno latino, aunque en este caso, el Neptuno cántabro se presenta como un joven imberbe que lleva un collar en forma de media luna. Aparecen otros atributos clásicos como el delfín en una mano y el tridente en la otra. Actualmente, se encuentra en el Museo de Prehistoria de Santander.
En algunas lápidas aparecen animales como caballos o ciervos, porque al parecer, existía la creencia de que estos animales transportaban las almas de los difuntos al cielo. Sobre como enterraban a los muertos bien poco se sabe. Parece que se practicaba la cremación con los difuntos, excepto con los que morían en el campo de batalla, que debían quedar yaciendo allí hasta que los buitres abrieran sus entrañas para transportar sus almas al cielo. Esta es una costumbre que ha quedado reflejada en una de las caras de la estela de Zurita.
La Estela de Barros: La estela es una piedra monolítica de forma discoidal que recuerda a los difuntos. La de Barros constituye un vestigio gigante; está decorada en bajorrelieve con anillos concéntricos, motivos geométricos y una esvástica en el centro. La estela es identificada como elemento y seña de cantabricidad. El símbolo central es, probablemente, de origen celta (uno idéntico aparece en la bandera del pueblo de Kilkenny, Eire). Conocida como «La rueda de Santa Catalina» o «De la Virgen», apareció muy cerca de la ermita, en un prado denominado «Los Lombos de la Rueda», en el pueblo de Barros, perteneciente al Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, y data de 400 años antes de Cristo. Otros símbolos similares han sido encontrados desde entonces en otras partes. El símbolo es conocido como la Estela de Barros y se cree que los antiguos cántabros la usaron como bandera en sus guerras contra Roma. La estela original ( 170 centímetros de diametro y 32 centímetros de espesor de piedra arenisca) se encuentra en el Parque de las Estelas, junto a la ermita de "Nuestra Señora de la Rueda" (Barros). Su figura aparece en la parte baja del escudo de la comunidad autónoma de Cantabria.
Las Anjanas: Es el ser bondadoso por excelencia de Cantabria; protege a las gentes honradas, a los enamorados y a quienes se extravían en el bosques o en los caminos. Las Anjanas son mujeres de hermoso rostro y atractiva figura. Sus cabellos son largos y finos, adornados con flores y lazos de seda. Se visten con delicadas y bellas túnicas de seda blanca. Llevan sandalias y un báculo con extraordinarias propiedades mágicas .También se dice que son espíritus de los árboles que tienen encargado cuidar de los bosques. Se suelen alimentar de miel, fresas, almíbar y otros frutos que les proporciona el bosque. Viven en grutas secretas de las que se dice que tienen el suelo de oro y plata y en las que acumulan riqueza para la gente necesitada. Pasan el día andando por las sendas del bosque, sentándose a descansar en las orillas de la fuentes. Allí, en las fuentes, conversan con las aguas, que entonces manan más alegres y cristalinas. También ayudan a los viajeros perdidos, a los pastores, a los animales heridos y a los árboles que la tormenta, y el viento ha quebrado. Se dice también que las Anjanas se reúnen en el comienzo de la primavera en los altos pastos de los montes y danzan hasta el amanecer cogidas de las manos en torno a un montón de rosas que más tarde aparecen por los caminos. Aquel que encuentre una de estas rosas de pétalos rojos, verdes y amarillos será feliz hasta la hora de su muerte.
Las anjanas de Treceño: Vivían solas en una cueva de Argel. Eran visibles para las gentes de Treceño, que las veían sentadas dando de mamar a sus hijos sin decir nada. Los anjanos eran cazadores y tenían unos grandes perros.La característica mas peculiar de estas hadas de Treceño eran sus pechos alargados y deformados.
Las brujas: Se trata de brujas voladoras que tienen el poder entre los mortales durante el tiempo que transcurre alrededor de la media noche también llamada la "hora bruja' y los primeros brillos del alba. Es decir, hasta que el sol ahuyenta los malos espíritus o se rezan las primeras oraciones del día. Las brujas de la Montaña no son hechiceras, ni encantadoras, ni adivinas: se cree en estos tres fenómenos, pero no se les odia. Por ello, algunas veces el pueblo se beneficia de sus artes. Todos los sábados del año, por la noche, las brujas montañesas salen volando chimenea arriba, montadas en escobas o trasformadas en cárabos, rumbo a Cernégula (Burgos). También se les atribuyen ciertos poderes sobre los cambios del clima: cuando cae una fuerte tormenta y acto seguido sale el sol es un presagio de que va a caer otra tormenta. Por tal motivo, a ese sol se le llama ''sol de brujas'', ya que presagia otra fuerte tormenta.
Los Caballucos del diablo: Aparecen en las noches de San Juan cruzando los espacios entre nubes de azufre y bramando endiabladamente. Los Caballucos del Diablo son siete: uno blanco, otro negro, otro rojo, otro azul, otro verde, otro naranja y otro amarillo. El jefe es el rojo que es muy gordo y percherón, siempre va en el medio y tiene al diablo por jinete que lleva las riendas de todos. Sólo vienen al mundo en la noche de San Juan. Esa noche cabalgan por los montes comiendo el trébol de cuatro hojas para que no lo encuentren las mozas y los mozos, y así no les pueda dar suerte, ya que con el trébol de cuatro hojas se consiguen cuatro cosas: vivir cien años, no pasar dolores, no tener hambre y aguantar todas las desgracias de la vida. Dicen que los caballucos del diablo son almas condenadas debido a sus muchos pecados. El rojo es un señor que prestaba dinero a los labradores pobres y después les embargaba con trampas y mala ley; el blanco era un molinero que robaba la harina molida a otros molineros; el negro era un ermitaño que engañaba a la gente; el amarillo era un juez perverso; el azul era un tabernero malvado; el verde era un señor muy rico que perdió a muchas mozas honradas; y el color naranja, un mal hijo que pegó a sus padres. Todos los males de los caballucos del diablo sólo pueden ser conjurados mediante la yerbuca de San Juan.
El Culebre: Este monstruo ya no existe, pero aparece en La Mitología de Cantabria. Es un dragón de una única cabeza, con la boca llameante por la cual lanza llamaradas de fuego; tiene alas de murciélago, la piel escamada como la de un lagarto, ojos brillantes, dientes muy potentes y un gran brillo en sus ojos. Con todo estos rasgos, se asemeja a un lagarto de avanzada edad; también puede asemejarse a una serpiente voladora, aunque no hay que confundirla con tal, puesto que El Culebre nunca llegó a tener propiedades voladoras. Cuenta la leyenda que El Culebre tenía como morada una cueva situada a sólo dos kilómetros de San Vicente de la Barquera. Allí sembraba el terror y la muerte sobre los acantilados de esta villa marinera. Ninguna fuerza humana fue capaz de parar las andanzas del dragón, hasta que un año, cuando el Culebre tenía una muchacha preparada para el sacrificio ritual, ésta invocó fervorosamente al Apóstol Santiago a fin de que la salvara de tan cruenta muerte. Y la plegaria surtió efecto, pues acto seguido, al Culebre se le empezaron a desprender de la piel sus escamas, y cuando ya apenas conservaba fuerzas y ni siquiera echaba fuego por su boca, el mismo Apóstol le pisó la cabeza, terminando así con su vida y librando al pueblo de la presencia de tal personaje.
Los Enanucos Bigaristas: Enanos, feos, barbudos, maduros y con arrugas en el rostro, dotados de una inteligencia y habilidad verdaderamente prodigiosa y con sabiduría se mi divina: pequeños y solitarios, tocan el bígaro arrancando centenares de notas distintas, de ahí su nombre. Suelen aconsejar a la gente y raro es que se ofendan, pero cuando lo hacen se vuelven malos y vengativos, obrando con gran perversidad. Se les encuentra fácilmente en las explotaciones o galerías de las minas, y esto es un síntoma de buen presagio, puesto que allí donde aparecen cualquiera de ellos resulta un lugar abundante en metales preciosos o gemas de gran valor.
El Hombre- Pez: Dentro de los personajes que configuran la Mitología Cántabra los hay encuadrados en el campo imaginario y fantástico, narrados por la tradición popular y de los cuales no se tiene constancia real de su existencia, quedándose en mera fábula; sin embargo, hay otros de los que se sabe que han existido realmente y se conservan datos reales. De ahí procede la leyenda del Hombre-Pez de Liérganes, el mito real de Cantabria. El Hombre-Pez de Liérganes se llamaba Francisco de la Vega Casar, nació a mediados del siglo XVII en el pueblo de Liérganes y fue bautizado en la parroquia de San Pedro. Este hombre dio sus primeras zambullidas en el río Miera, y a sus diecisiete años desapareció en Bilbao donde le mando su madre para aprender el oficio de carpintero. Tiempo más tarde fue recogido en la bahía de Cádiz con escamas de pez en su cuerpo y habiendo perdido el habla y la razón. Como recuerdo de esta leyenda, la villa de liérganes conserva un paseo que lleva su denominación, con un monumento alusivo al personaje ya mitológico.
Las Ijanas del Valle de Aras: Cometían sus fechorías en el valle de Aras, en la zona oriental de Cantabria - de ahí su denominación-, principalmente en los pueblos de San Miguel, San Mamés y San Pantaleón, donde saqueaban las colmenas para poder satisfacer su desmedida glotonería. También se dedicaban a penetrar en los hogares de los vecinos para robarles la comida guardada. Son muy revoltosas y nadie sabe a ciencia cierta en qué lugar del valle habitan, pero se las describe con un pecho enorme que se echan sobre su hombro derecho cayéndose a la espalda.
Los Nuberos: Geniecillos diminutos y malignos que cabalgan sobre la tempestad descargando el rayo y el granizo. Son los agentes y rectores de las tormentas en la Montaña, guiando un verdadero cortejo de nubes Sin contorno y con enormes proporciones; se les tiene gran temor, ya que pueden ocasionar grandes destrozos en los pueblos, por eso son temidas las noches de grandes lluvias y tormentas, pero existe una especie de conjuro que el pueblo lleva a cabo y que consiste en hacer tañir las campanas para espantar a los espíritus maléficos y así poder salvarse de los rayos y de las tormentas. También se encienden cirios para ahuyentar los nubarrones y se echan un par de hojas de laurel bendecido al fuego. También estos geniecillos actúan contra los pescadores Cántabros: éstos se hacen a la mar y se disponen a echar las redes para pescar, los Nuberos les sorprenden, provocando enormes galernas que les obligan a abandonarla faena y regresar a puerto, donde les aguarda todo el pueblo.
La Ojáncana: Es considerada como la mujer aparentemente mal casada que comparte sus traiciones y maldades; feroces con su cónyuge, el Ojáncano, al cual gana tanto en maldad como en perversidad; por eso el pueblo desconfía de ese matrimonio. A la hora de definir a este personaje todo el mundo le suele retratar como un ser en extremo terrible y repulsivo, y aunque hay algunas variantes acerca de su rostro y rasgos faciales, en general se le puede describir como un personaje sanguinario, de aspecto bestial y aterrador, de cabeza grande, con la cara chata, con su labor inferior grueso que llevaba colgado, y con dientes grandes; la piel la tiene agrietada, cubierta de greñas de color amarrado y con colmillos fuertes y salientes de su cara rugosa y repelente, éstos además afiladísimos y retorcidos en forma de ganchos en espiral y de dos filos, con ellos tritura todo lo que come que es casi siempre lo que cultivan los campesinos, aunque también come carne animal y humana; la que más le gusta es la de los niños y cuando no los encuentra se cabrea y coge berrinches. Cuentas con diversas cuevas donde habitar y que se las denomina ''Cueva de la Ojáncana''. Están situadas en distintos lugares: una de ellas en la Penilla de Cayón; otra a orillas del río Pisueña, en el sitio llamado'' El peñon''; otra en Santiurde de Toranzo; y otra más enclavada en el pueblo de Cieza. Ésta última es maléfica y espeluznante.
El Ojáncano: Es la antítesis de la bondad, de la dulzura,de la misericordiosa de la Anjana. El Ojáncano es un símbolo del odio, del enfado perpetuo, de todo lo que destruye, amenaza, desgarra y maltrata. Siempre con los malos pensamientos, con el agravio de su fuerzas, con su instinto que ´´ paez hechu de espinos, de lobu, de cuevu, de raposa``. El Ojáncano se alegra de la aficción de los pastores enamorados, de los incendios que destruyen los bosques, de los ríos que inundan las mieses.
La Osa Andara: Vive en las escarpadas y neblinosas cumbres de los Picos de Europa. Es una mujer-osa sumamente forzuda y brava, tiene brazos y piernas cubiertas de pelo, lo mismo que un oso, y es de costumbres rudas.
La Reina Mora: Es una bella mujer que, según cuenta la leyenda, permanece encerrada en una profunda sima de lebeña víctima de un encantamiento. De gran hermosura, custodia un inmenso tesoro abandonado por los árabes en su huída de las tierras de Cantabria hace siglos.
La Sirenuca: Fue una guapísima moza de Castro Urdiales aficionada a trepar por los acantilados más peligrosos para cantar al compás de las olas sus hermosas canciones marineras. Por ello quedó trasformada en una mujer con cola de pez.
El Tentirujo: Es un enano vestido de rojo y tocado con una boina de rabo tieso. Trata de que los muchachos obedientes y buenos dejen de serlo, usando para ello el secreto poder de la mandrágora, planta con raíz de forma humana.
El Trasgo: Duende montañés protector del hogar y huéspedes de los campesinos. Es juguetón y enredador pero bonachón, aunque a veces trae disgustos con sus enredos y burlas. Lo describen de la siguiente manera:'' es un hombruco más negro que el sarro, que va vestido de colorado con un traje hecho de cortezas de alisas puestas del revés y cosidas con yedras. Por la noche, ejerciendo el mando momentáneo de la casa, es el dueño absoluto de ésta, de modo que si por la mañana se percibe algún cambio el único responsable es El Trasgo.
El Trastolillo: Es un duendecillo alocado enredador y burlón que vive en las casas. Tira la harina, bebe leche y afloja las tarabillas de las ventanas entre chirriantes risas e hipócritas lloriqueos. Aunque travieso y culpable de muchas pequeñas fechorías que incomodan a las personas de las casas donde vive, en el fondo es bondadoso.
El Trenti: Es un enano que andaba por los montes vestido con un ropaje de hojas y de musgos. Dormía en las torcas en el invierno y debajo de los árboles en el verano. Comía panojas y endrinas, pero no bebía agua porque dice que es para él como veneno. Era malicioso y pícaro. Se escondía en las matas de los senderos y tiraba de las faldas a las muchachas. Los ojos del Trenti eran verdes y la cara negra.
Los Ventolines: Dicen que vivían en las nubes de las puestas de sol. Eran como ángeles y tenían unas alas verdes y muy grandes. Cuando un pescador se cansaba subiendo las redes, bajaban los ventolines de las nubes de la puesta del sol y les cargaban los peces en la barca y además les limpiaban el sudor o les abrigaban con las alas verdes cuando hacia frio.
La Bicha de Labarces
Enigmático reptil de grandes dimensiones que allá por los años 40 del siglo pasado, fue vista en el pueblo de Labarces , mas concretamente en su barrio de Caviña o la Florida
A mediados del pasado siglo un curioso suceso recorrió los pueblos de la comarca, y fue conocido en prácticamente la totalidad de la provincia e incluso tuvo eco en algunos medios de algún otro país europeo.
Y es que en este apartado pueblo montañés, había aparecido un animal extraño, una especie de serpiente o reptil, con unas dimensiones enormes, “…como un poste de la luz…un monstruo…”según los sorprendidos testigos de la zona, como fueron Sin Piney, Placido Lebaniegos o Consuelo, vecinos del lugar, que poco a poco, según se acostumbra en la creación de cualquier mito, fue adquiriendo características desproporcionadas, mientras iban pululando estas experiencias de boca en boca.
Se presentaron periodistas y curiosos, gentes que creían y gentes que sonreían.
Esta era en aquella época una zona minera (se extraían blenda y calamina y otros minerales en menor cantidad), con una gran cueva (El Soplao) y dos cuencas de ríos que acaban haciéndose subterráneos a través de sumideros. Así mismo la zona comparte abundancia de animales salvajes de monte, como el jabalí, el corzo, el zorro, la jineta, el tejón o tasugo, la garduña y otras bestias, ya que este paraje esta situado en los límites de la Reserva Nacional del Saja.
El lugar de la supuesta aparición de tan extraño, ser se trata de una vaguada poblada de monte bajo, con pinos en su parte mas abrupta, quedando a la derecha” la Plaza del Monte” una de las entradas de galerías en la zona minera. Dicha vaguada, la forman los surcos de dos riachuelos, que vienen de una zona escarpada denominada “Canal del Toro”, y que se unen escasos metros mas abajo, en un paraje denominado “Los Ríos”
Bien, pues en ese preciso lugar, a escasa distancia de las primeras cuadras del barrio de Caviña, fue donde se encontraron a esta especie de reptil tan extraño, cuyos relatos tienen el honor de perdurar hasta nuestros días.
Pero a pesar del escepticismo que reinaba en la zona , con respecto a la curiosa observación, los testigos juraban y perjuraban sobre la verdad de su relato. Según ellos habían visto un bicho extraño y enorme. El testimonio de don Alfonso Piney, apodado “Sin”, el vecino de Labarces antes citado, habla de cómo se la encontró, entre espinos, una tarde del año 1945, mientras se dedicaba a tareas agrícolas en un prado cercano al barrio de Caviña:tenia una enorme cabeza aplastada…con una mirada muy intensa y fija…la descubrí entre unos espinos…tenia una semejanza con el turón, pero cuando me acerqué, el extraño animal salio huyendo hacia la espesura de las matas de un sumidero del río , que allí mismo desaparece para reaparecer en el llano, uniéndose a otro riachuelo que baja por su derecha , …era una especie de culebra…muy grande…que tendría no menos de cuatro metros “de longitud y mas de diez centímetros de gruesa…, en aquellas zarzas se ocultó y nunca jamás volví a verla… pero si no se ha muerto, estoy seguro de que allí debe estar …”Los mas crédulos razonaban que pudiera ser algún tipo de reptil exótico, traído por algún indiano de las Américas, o alguna persona que hubiera venido de África, por obligaciones militares, y que hubiera soltado al sorprendente animal por la zona, por Dios sabe que razones, refugiándose entre la espesura de los montes cercanos. De esta manera y si hubiera sobrevivido, no era extraño que algún paisano se hubiera tropezado con tal inusual ser por aquellos dominios.
Pero los mas folcloristas, quieren ver en “La Bicha Caviña”, las secuelas de seres míticos en la cultura cántabra: estamos hablando de el “sierpe”, el “cúlebre” y un sinfín de dragones y otros reptiles que salpican la mitología de esta región.
Según Jesús Callejo investigador y etnógrafo, los relatos de avistamientos de estos grandes reptiles legendarios, siempre se ubican en lugares de fuerte magnetismo o con clara tradición minera (recordemos que en este caso se halla en las inmediaciones de una que fue importante explotación minera y en las cercanías de la cueva del Soplao).
Los mas atrevidos, aportan la teoría de que existe un mundo subterráneo desconocido hoy en día para nosotros, en el cual los seres que hoy calificamos como mitológicos o legendarios, desde los fantásticos reptiles como este, hasta los gnomos (Trasgu, Trenti,Tentirujo etcetera.…) pasando por los ogros (Ojancanos) y las hadas (Anjanas), y otros de similares características perviven en las profundidades de la tierra , teniendo sus salidas por cuevas o minas y que si nosotros los recordamos vagamente por medio de leyendas y cuentos , es porque hubo una época en que formaban parte de nuestras vidas.
A partir del siglo IV, Liébana se cristianiza y ya en el siglo VI existía el monasterio de san Martín (hoy Santo Toribio) faro espiritual de las regiones cantabra y astur.
Tras la invasión musulmana del año 711 y la rápida conquista de la Península, los cristianos que defendían el estado hispano-visigodo se replegaron hacia las montañas cantábricas e hicieron frente con éxito en la batalla de Covadonga (722), así como en otras escaramuzas que tuvieron lugar en nuestros montes, como en el cercano lugar de Cosgaya, que sirvieron para tomar confianza de sus fuerzas e iniciar la Reconquista. Se constituyó el reino asturiano con don Pelayo, a quien sucedió Alfonso I, hijo de su colaborador el duque Pedro de Cantabria, casado con Ermesinda, hija del caudillo de Covadonga. Este rey de sangre cántabra pobló y organizó el territorio de Liébana con cristianos de la Meseta, para crear un vacío estratégico como frontera a los islamitas en el valle del Duero. Entre ellos vinieron monjes que se instalaron en numerosos lugares de nuestra comarca, fundando monasterios como el de San Martín de Turieno, que andando el tiempo se convertiría en Santo Toribio de Liébana. Es posible que a mediados del siglo VIII, una vez consolidada la Reconquista en esta zona, se trajesen aquí los restos del obispo Toribio de Astorga (448-453) y las reliquias del Lignum Crucis, -que según la tradición él había traído de Jerusalén- , para depositarlas en un lugar seguro como era este monasterio, que ya había adquirido cierto prestigio en el territorio cristiano.
El Lignun Cricis
La tradición la relaciona con el origen del monasterio, pero lo más verosímil es que fuese traída al mismo tiempo que los restos de Santo Toribio de Astorga, alrededor del siglo VIII. Según el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al "brazo izquierdo de la Santa Cruz, que Santa Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está serrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo” . Se encuentra incrustado en una cruz de plata dorada, con cabos flordelisados, de tradición gótica, realizada en un taller vallisoletano en 1679. Las medidas del leño santo son de 635 mm. el palo vertical y 393 mm. el travesaño, con un grosor de 40 mm. y es la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo, por delante de la que se custodia en San Pedro del Vaticano. Un análisis científico de la madera, determino que "la especie botánica de la madera del Lignum Crucis es Cupressus Sempervivens L., tratándose de una madera extraordinariamente vieja y que nada se opone a que alcance la edad pretendida".
En Santo Toribio se celebra uno de los cinco "Años Jubilares" que se conmemoran en el mundo, (tres de ellos en España: Jerusalén, Roma, Santiago, Santo Toribio y Caravaca) numerosos peregrinos repiten el rito que consiste en pasar por la Puerta del Perdón.
La historia de Cantabria en la época de caída del imperio romano y de las invasiones bárbaras (Suevos, Alanos, Vándalos y finalmente Visigodos) así como también la del origen de la reconquista es quizás menos conocida que de la era de la conquista de Roma de la antigua Cantabria.
En primer lugar Cantabria en esa época ocupaba un mayor territorio que la Cantabria prerromana extendiéndose no solo por el antiguo solar cantabro sino que englobaba a parte de la Asturias actual de León, Palencia, Burgos, País Vasco y la Rioja.
Y permaneció independiente de las nuevas invasiones gobernándose por un Senado de aristócratas hispano-romanos, con su capital en Amaya (al norte de Burgos)
San Millan
En la vida del ermitaño riojano Hemiliano (o San Millán), que fue escrita por Braulio, obispo de Zaragoza, probablemente durante la década del 620 o 630 se dice que el santo ermitaño se dirigió a los miembros del senado de Cantabria advirtiéndolos sobre su inminente destrucción si se resisten a atender su exhortación al arrepentimiento de sus pecados
En los días de cuaresma, le fue revelado al santo la destrucción de Cantabria; por lo cual, enviando un mensajero, manda que el Senado se reúna para el día de Pascua.
Reúnense todos en el día marcado; cuenta el lo que había visto y les reprende sus crímenes, homicidios, hurtos, incestos, violencias y demás vicios, y les predica que hagan penitencia. Todos le escuchan respetuosamente, pues todos le veneraban como discípulo de nuestro Señor Jesucristo, pero uno de los senadores, llamado Abundancio , dijo que el Santo chocheaba por su ancianidad ; mas él le avisó que por si mismo experimentaría la verdad de su anuncio, y el suceso lo confirmó después porque murió al filo de la vengadora espada de Leovigildo el cual entrando allí, se cebo también en la sangre de los demás, por no haberse arrepentido de las perversas obras que según Millán habían cometido.
Aunque el breve texto de Braulio retrasa el acontecimiento, dándole una fecha posterior a la verdadera en medio siglo o mas, es muy posible que se hubiera registrado tradiciones genuinas relativas a una aristocracia local mayoritariamente hispano-romana que se habían situado como élite gobernante en Cantabria, ignorando a la monarquía visigoda. No se puede saber si esto fue el resultado de los periodos de debilidad por los que paso el poder real después de 507, o a continuación de la guerra civil entre Agila y Atanagildo a principios de la década de 550, o si de hecho los reyes visigodos nunca habían impuesto su autoridad en la región en ningún momento anterior. Resulta al menos interesante especular sobre la posibilidad de que este Senado local fuera en realidad una reacción frente al hundimiento del poder imperial que se había producido en la península alrededor del año 409.
Que este poder no sobrevivió a los acontecimientos del año 574 es un hecho que queda bien explicado tanto en el texto de Juan Biclaro como en el de Braulio, y este ultimo indica que muchos de sus miembros fueron masacrados por Leovigildo el cual se aprovechó de las predicciones de Millán.
Ducado de Cantabria
(De José Saiz)
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En el año 574 volvió a destruir Leovigildo a Amaya y pacto con los cantabros lebaniegos una soberanía política compartida, convirtiendo Cantabria en un ducado pero eligiendo a sus duques de entre los principales del lugar, que es como lo fue Favila, padre de don Pelayo, caído en desgracia y desterrado a Tuy. Los vascones dieron mucho que hacer a los visigodos también con sus continuas rebeliones y en esta época es cuando se produce su desplazamiento hacia occidente.
Según la crónica general de Alfonso X el sabio (veraneante en Castro Urdiales) el rey Egica “echo de tierra et en desterramiento” al duque Favila, padre de don Pelayo mandándolo a Tuy, donde vivía el hijo del rey Vitiza, el cual asesino a Favila de un palo en la cabeza. Al heredar el trono este príncipe quiso hacer lo mismo con don Pelayo, por lo que fue a refugiarse a la Cantabria. Esto explica que estuviera don Pelayo en Cantabria cuando la batalla de Guadalete. Hasta que los musulmanes, tras volver a destruir nuevamente Amaya, Tarik y después Muza, se enfrentaron a el.
Envió Munuza, gobernador de Gijón en el emirato de Alahor, a su teniente Alcama contra don Pelayo, el cual concentra sus pocos guerreros en Cánicas, entre los que estarían los cantabros de su porta-estandarte, el señor de Mogrovejo, el señor de Tama, el de Linares y otros. Tras la primera derrota de Covadonga, subieron los africanos al monte Amosa cruzando los picos de Europa para descender a Liébana por Cosgaya. (Según la tradición fue ahí donde naciera don Pelayo, hijo de doña Luz y Favila Duque de Cantabria, nieto de Aquilo y Divigia fundadores del monasterio de Ossina y bisnieto de Benedicto y Ellesmunda señores de Liébana).
Asi mismo cerca de Cosgaya se encuentra el llamado monte de la calavera, donde fue encontrado el cadáver despedazado por un oso de Favila hijo y sucesor de don Pelayo (hecho providencial según Sánchez Albornoz, pues sin el cantabros y astures hubieran vivido separados). En Cosgaya existen aun la casa y el campo de don Pelayo donde se cree nació su hijo Favila.En su huida desde el alto Deva hacia el mar, eran diezmados los mahometanos por los Lebaniegos, dejándoles caer sobre ellos grandes rocas, hasta que fueron aplastados por el derrumbamiento a su paso de la ladera del monte Subiedes ( como recoge la crónica)( seguro que algo tuvieron que ver los lebaniegos en ese derrumbe) lo cual aprovecho don Pelayo para exterminar a los supervivientes. Tras la victoria don Pelayo establecería su pequeña corte en Cangas la primitiva Canicas cantabra, a orillas del medianero Sella (720), consolidándose asi el nuevo reino de Asturias.
Según la crónica, al enterarse Munuca gobernador de Gijón de la derrota, huyo pero fue apresado y muerto por los cristianos, con lo cual se hizo don Pelayo con el resto de Asturias hasta el Navia.
En cambio según algunas crónicas el origen de España se debió más a un lío de faldas que a motivos patriótico-religiosos.
Los árabes, al conquistar la Península Ibérica, no desmantelan la estructura de poder vigente sino que ejercen una forma habitual de tutelaje que consiste en asegurarse la lealtad de la clase dirigente y el pago de tributos. Esto lo consiguen en la mayoría de las ocasiones sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza al asegurar, a cambio de impuestos razonables, los dominios de los nobles locales al tiempo que protegen la libertad de sus súbditos -incluidos los aspectos religiosos.
En este contexto es en el que podemos situar al gobernador Munuza en Gijón, comandando una pequeña guarnición encargada de asegurar el pago de tributos de la región.
Munuza, aventurero incansable y curtido por muchas batallas, conserva una inclinación especial por la música y un carácter claramente enamoradizo, como atestiguan sus siempre atractivas conquistas. Durante una visita al oriente Astur repara casualmente en la hermosa Adosinda, que canta en la ribera del río Sella, y se enamora perdidamente. Atestiguan viejos cantares que Adosinda le corresponde.
Muertos los padres de la hermosa, es su hermano Pelayo quien decide con quien esposarla y, en este caso, no consiente que la joven Adosinda se una al aventurero de piel tostada. Pero Munuza es terco y está enamorado. Hace uso de su posición y encarga a Pelayo, en calidad de noble local, la entrega de tributos a Córdoba. Pelayo no se puede negar y parte hacia la capital. El viaje dura meses. Munuza aprovecha su ausencia y se casa con Adosinda.
A su regreso, Pelayo monta en cólera y, joven, bárbaro, astur, trata de matarlos a ambos. Afortunadamente para la historia, apenas consigue atacar a la guardia de Munuza y debe huir para salvar la vida, logrando con increíble habilidad llegar a las montañas (los actuales Picos de Europa), donde finalmente se refugia.
Munuza y Adosinda vivirán su propio cuento rosa no apto para cardíacos. Mientras, el joven Pelayo logra convencer a los bárbaros asturianos de las montañas para que dejen de pagar impuestos al sinvergüenza de Munuza. Este, sintiéndose algo culpable y sin ganas en cualquier caso de batallar con el hermano de su mujer, hace la vista gorda.
Tres años después las noticias llegan a Córdoba; montañeses astures se niegan a pagar los correspondientes impuestos. El valí Anbasa teme que el ejemplo se extienda y, ante la negativa de Munuza de enfrentarse a Pelayo, decide enviar una expedición de castigo propia.
Esta expedición es comandada por un árabe, de nombre Alqama, y está compuesta tanto por musulmanes como por cristianos leales (lo que desluce un tanto el mito del levantamiento cristiano contra el dominador musulmán, supongo). En realidad, entre los miembros de la expedición de castigo encontramos no sólo a cristianos sino incluso a un obispo llamado Oppa, visigodo de pro, al que los fieles de Pelayo apresarán después de dar cuenta de todo el grupo en la cueva de Covadonga (la "Coba Dominica" que cuenta la crónica de Alfonso III).
Parece, pues, que la batalla de Covadonga no enfrenta a cristianos contra musulmanes, ni es tampoco una lucha de árabes contra visigodos. Se trata, en suma, de unos montañeses insurgentes que se enfrentan a una expedición que pretende castigarles por no haber pagado los impuestos que les correspondían. Y el hecho que origina toda esta historia es una bella muchacha cantando a la orilla de un río; un gobernador enamoradizo; un hermano celoso; unos montañeses con ganas de gresca...
Pero volviendo a la batalla, la derrota de Covadonga es de hecho tan terrible como inesperada y la huida del grupo liderado por Alqama se convierte en histeria cuando un desprendimiento sepulta a buena parte de los supervivientes. La historia llega a Gijón y Munuza y su guarnición, que ya estaban hasta el gorro de tanta lluvia, deciden abandonar las tierras de los astures.
Quieren algunos asegurar que Munuza fue muerto por hombres de Pelayo cuando intentaba huir. De estos hechos sin embargo no tenemos confirmación. Más aún, hay quien señala ciertas crónicas que describen a un tal Moun'za y a una joven de cabellos rojizos y tez de leche cerca del Guadalquivir. Y aún hay otros que aportan documentos que sugieren que el árabe y la bella se reconciliaron con Pelayo, y con la lluvia, y se quedaron a vivir en su recién formado reino.
En cualquier caso, y volviendo a la batalla: A pesar de no ser en absoluto consistente la identificación de la batalla de Covadonga con un enfrentamiento religioso entre cristianos y musulmanes, lo cierto es que Pelayo y sus astures inician una insurrección que consigue hacer desaparecer el dominio árabe de la región, dando comienzo a un reino que, trescientos años después, dominará buena parte de la Península Ibérica -lo que no es poco como mito histórico local.
Ahora bien, convertir al mítico Pelayo y a sus insurgentes en paladines del cristianismo frente al musulmán invasor no sólo es erróneo sino que constituye una más de nuestras barbaridades patrias.
Las Asturias de Oviedo y las Asturias de Santillana
La parte septentrional de la actual Cantabria situada al occidente del río Miera , en la época de Don Pelayo formaba parte de las Asturias de Santillana, por lo que la retirada de don Pelayo ( que según el arzobispo de Toledo, “ huyendo de Vitiza se retiro a Cantabria y que oyendo la destrucción de los godos se retiro a Asturias”) no fue a la provincia de Oviedo sino a la vertiente septentrional de la cordillera cantábrica y mas concretamente a la zona nor-occidental de la actual Cantabria; la denominación Cantabria se había medio perdido en época alto medieval. El mismo don Rodrigo habla también de don Pedro duque de Cantabria, aliado de don Pelayo y padre de Alfonso I ( El Católico) nacido al parecer en una antigua aldea Lebanes o Lebaina( destruida por los ejércitos napoleónicos) el cual según la crónica de Alfonso X el sabio paso a Asturias donde don Pelayo le dio la mano de su hija Ermesinda por la ayuda que le había prestado en las batallas “ e fue omme mui fuerte et mui bravo contra los moros” y que a la muerte de Favila pasaría a reinar, uniendo el reino asturiano y el ducado de Cantabria y entronizando en Asturias la casa de Cantabria que duraría hasta Bermudo III ( hacia el 750 reino Alfonso I el cual dio un gran avance a la reconquista).
Alfonso I el católico
Rey Cantabro de Asturias, hijo del Duque Pedro de Cantabria
Reyes del reino Astur
Favila (Duque de Cantabria) Caído en desgracia y desterrado a Tuý , casó con Doña Luz y tuvo por hijo a Don Pelayo (1º Rey de Asturias) ( 718-737), el cual casó con Claudiosa y fueron padres de Favila y Ermesinda
Favila (fue el 2º rey de Asturias) (737-739) casó con Froleba y tuvieron a Lavinia que casó con Luifredo tercero (Duque de Suevenia)
Su hermana Ermesinda se casó con Alfonso I (tercer rey de Asturias) (739-757), que era hijo de Don Pedro Duque de Cantabria colaborador de Don Pelayo, y padre también de Fruela (Duque de Cantabria cuya estirpe seria en la que perduraría la dinastía)
Alfonso I y Ermesinda fueron padres de Fruela (4º Rey Astur) (757-768), Adosinda que casó con Silo (6º Rey Astur) (774-783), y Mauregato (7º Rey Astur) 783 a 789
Fruela casó con Munia y fueron padres de Alfonso segundo (9º Rey de Asturias) (791-842) quien casó con Berta.
Por su parte su tío Fruela duque de Cantabria hijo de Don Pedro , fue padre de Aurelio (5º Rey Astur) 768-774) y Bermudo (8º Rey Astur) (788-791) quien casó con Ursinda y tuvieron por hijo a Ramiro ( 10º Rey de Asturias) ( 842-850) el cual casó con Gontroda y fueron padres de Ordoño (decimoprimero Rey de Asturias) (850-866) quien casó con Munia y fueron padres de Alfonso tercero ( 12º Rey de Asturias) (866-909) que se casó con Jimena y fueron padres de Garcia (Rey de León) (909-914) , Fruela segundo ( Rey de Asturias y de León) (924-925) y Ordoño segundo ( Rey de Galicia y de León) , (914-924) quien casó con Munia Elvira y fueron padres de Sancho Ordoñez ( Rey de Galicia) (925-929) , Alfonso IV (Rey de León) (925-9931) y Ramiro segundo ( Rey de Galicia Y de León ) (931-950)
Cantabria fue así mismo el origen de Castilla pues ya en el siglo IX se empieza a llamar Castilla al antiguo territorio Cantabro, Autrigón y Turmogo regido por condes dependientes en un principio del reino de León pero que pronto se independizarían. De la pequeñez del territorio primitivo de Castilla nos habla el romancero cuando dice:” Harto era Castilla pequeño rincón cuando Amaya( la antigua capital cantabra) era cabeza y Fitero ( en la actual Navarra )mojón “. Según Menéndez Pidal, Castilla es una prolongación de la Cantabria prerromana independizada del goticismo autocrático Leones por el más democratizado espíritu de la Behetria, benefaceria cantabra, balbuciente el fuero de Brañosera (primero de España) otorgado por el conde foramontano Nuño Núñez el año 824 tras acompañar su abuelo del mismo nombre a don Pelayo, aflorante en las sentencias de los jueces de Bisjueces, Lain Calvo y Nuño Rasura , también foramontanos y con la compra de la libertad de Castilla al rey leones efectuada por el bisnieto de Nuño Rasura, recriado en Bosquejado junto al Ason Fernán González.
El término foramontano hace alusión a las gentes, procedentes del norte de España, con las que en el siglo IX se repoblaron las tierras al norte del Duero, que habían quedado vacias como consecuencia de las guerras entre musulmanes y cristianos en los primeros años de la reconquista.Según los anales castellanos, el movimiento foramontano se originó en Malacoria ( Mazcuerras) en el año 814 e irá conformando el territorio que posteriormente se conocerá como Castilla
De este modo del inicial derecho cantabro, pues solo existía en las Asturias de Santillana, Trasmiera y las Encartaciones, que hacia libres a los pueblos y ciudades de elegir a sus señores, frente al goticismo feudal de la Lex romana- visigotorum asturica-leonesa, nacieron los espontáneos fueros municipales castellanos de la reconquista iniciados por los dos jueces y sobre el que Fernán González fundaría Castilla la vieja.
El primero de estos fueros fue el de Brañosera (entre Palencia y Cantabria) 824, a Santander en 1192, a Laredo en 1198, a Santillana 1200 y a San Vicente de la Barquera en 1210.En esta tierra, a lo largo de la historia ha sido un denominador común tanto el deseo de mantener la independencia y amor a las costumbres propias, demostrado, en la antigüedad ,con la feroz oposición a Roma, cuyo espíritu se resume en la famosa frase del poeta Horacio: “ Cantabrum indoctum yuga ferre nostra” “ El cantabro no sabe soportar nuestro yugo”, hasta convertirse en el pueblo al que mas le costó a Roma dominar en Hispania, haciendo famosas las guerras cantabras y llegando a denominar con su nombre tanto a la cordillera que cruza el norte peninsular, como al mar que lo baña . Así como en la Edad Media, manteniendo su condición de hombres libres en un contexto feudal y oponiéndose tenaz y sangrientamente a los procesos señorializadores ,volviendo a su libertad tras la caída del imperio romano gobernándose con un senado independiente hasta la conquista de Leovigildo en el 574 o como en la Edad Moderna defendiendo su condición generalizada de hidalgos( hombres libres de Behetria) a pesar de la pobreza de la tierra( hasta plasmar un tipo que llego a convertirse en tópico de la literatura del Siglo de Oro: “El hidalgo montañés” y manteniendo a ultranza los órganos de autogobierno contra los poderes que pretendieron limitar sus facultades.
Pero al mismo tiempo las gentes de esta región tan orgullosas de sus libertades fueron solidarias y generosas, contribuyeron de forma decisiva al nacimiento del reino Astur, (quizás en el origen de esta gesta tubo mas peso Cantabria y las Asturias de Santillana que las Asturias de Oviedo, puesto que en Gijón había un gobernador árabe ( Munuza)) así como en recuperar el resto de Asturias que estaba en manos musulmanas y después unirse con él, incluso perdiendo parte de su identidad, como posteriormente , siendo el embrión de Castilla cediendo después el protagonismo a la nueva región, como una madre lo hace con sus hijos.
Según una vieja leyenda, desde la lejana Gothia ya cristianizada desde el siglo IV, ante la invasión sarracena acudieron en ayuda de los hispano-godos varias expediciones de guerreros por mar entre ellas una que campeando el temporal encomendándose a la virgen y a Santa Omnia que daría nombre a la primitiva Santona, llegaban a las playas de Laredo, remontarían después el río Ason y trasponiendo el puerto de Lanzas agudas, descendieron por los valles de Mena, Ruesga y Carranza para bajar después a Bisjueces, Medina de Pomar, la antigua Vellica cantabra, Medina de Castella, Veteris y Briviescas en el 811; pero antes el jefe de la nao capitana fundaría en la orilla izquierda del Ason un solar o casa donde se establecerían sus descendientes los Velasco, familia de la que saldrían varios condestables de Castilla.Santillana del Mar, llamada desde el siglo IX al XI Villa Planes en el año 908 es ya cabeza de las Asturias de Santillana, parte del Condado de Castilla, pero no es hasta el XI cuando recibe su actual nombre.
Cuando Castilla era “pequeño rincón” y se hacia necesario por ello guarecer tanto la cada día nueva frontera y mas lejana musulmana. Como la retaguardia costera, contra los ataques de los piratas franco- normandos, no tuvieron los reyes forma mas eficaz que conceder también a las poblaciones de los fortificados puertos, una serie de privilegios semejantes a los de las cartas puebla de las fortalezas, para fijar igualmente en ellos importantes núcleos de población capaces de defenderles, como los que ya hemos dicho se otorgaron a Santander y demás villas costeras.
Ya en la época de Alfonso X el sabio surgen las legendarias Cuatro villas de la Costa de Cantabria, un estado marítimo casi-soberano que por la fuerza de su confederación firmaba paces y declaraba guerras con soberanos extranjeros como los de Francia e Inglaterra; fue cuna sangrienta de la primera marina de guerra de Castilla y asi junto a los vascos y bajo el mando del montañés Ramón de Bonifaz, las naves de las cuatro villas( Castro Urdiales, Laredo, Santander, y San Vicente de la Barquera) rompieron las legendarias cadenas de hierro sobre el Guadalquivir en la reconquista de Sevilla como recordaría el arcipreste de Hita, y simbolizado en el escudo de Santander.Bibliografía: "Cantabria Histórica (vagina gentium)" de Manuel Felipe de la Mora Villar, y "La Cantabria" de Enrique Flórez